Con ésta exposición, Julio Irisarri nos lleva a la experiencia corporal de quien deambula por el terreno de las cuevas de Arguedas para desvelar los secretos de la noche y la memoria; y lo consigue de una forma magistral con el medio fotográfico y la técnica del “lightpainting”.
Como en todo buen dominio técnico que se precie, la técnica desaparece para dejarnos lugar a la experiencia estética y perceptiva de la obra y a un sinfín de sensaciones.
Vistas desde lejos y al natural, las cuevas de Arguedas se nos presentan como una sucesión de vanos alineados con formas de puertas y ventanas negras horadadas en la tierra. De alguna manera en el propio montaje de la exposición se reproduce la sensación que podemos tener al ir aproximándonos al espacio físico de las cuevas. Desde la puerta de la sala vemos una sucesión de rectángulos y cuadrados oscuros, casi negros que llaman nuestra atención incitándonos a acercarnos a las imágenes. La curiosidad por descubrir lo que esconden esos “ojos negros que nos miran” abriéndonos todo un mundo a explorar, abriéndonos un espacio único y singular a descubrir. Con cada una de éstas imágenes, Julio nos ofrece un espacio visual al que acercarnos, un espacio próximo y extraño al
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