Lejanos quedan ya los días de “la esparraguera” , los vividos y los pintados. Este es uno de los cuadros más antiguos de esta exposición junto con el retrato de “Mi padre” ; pero en ellos ya están implícitas las características que configuran la pintura y el interés por la pintura de Marisa Aguirre.
Su gente y su tierra bañadas de luz, color y vitalidad.
La pintura nos habla de la pintora, y la pintora habla a través de su pintura, y nos lo dice con la vitalidad, alegría y amor por la vida que caracteriza a Marisa. Una vida con sabor a familia, a fruta fresca y sabrosa, a color vivo y brillante; y pincelada enérgica y viva, como es ella. Con el conjunto de su trabajo nos trasmite su visión: la serenidad alegre, cálida y vital de la propia vida, tal y como ella la ve.
La oscuridad, la muerte y la pena no tienen cabida en su pintura, no quiere ni hablar de ellas. Ya bastante aparecen sin llamarlas. Marisa les da categóricamente la espalda. Incluso cuando su gente querida, como son sus padres que ya no están a su lado son recordados , lo hace bajo la lente del cariño y el color. Para pintarlos parte de fotografía en blanco y negro, pero ella añade el color, cálido como el propio recuerdo, como quien salpimenta la vida para que tenga más sabor. Es una cualidad admirable y contagiosa. Tan solo acercaos a sus cuadros, y conforme vayáis recorriendo la exposición podréis apreciar como se os va pegando un poco de esa alegría serena.
Pero desde los primeros a sus últimos cuadros hay una evolución considerable, la esencia es la misma pero la forma de pintar se ha refinado, la calidad y el juego del color se ha enriquecido. Con el tiempo, cuadro tras cuadro, Marisa ha ido encontrando en la técnica del acrílico su aliada. La técnica del acrílico le aporta la rapidez e impronta que ella precisa, pues puede decidir un cambio de forma o color en el mismo momento, sin espera, y sin pereza a anular lo que tanto trabajo estaba costando, para empezar de nuevo con la nueva idea.
Conforme va profundizando en la técnica, va afinando sus registros de color, y deleitándose en mezclas cada vez más luminosas que abarcan todo el circulo cromático con el protagonismo de los colores primarios. Con pocos ingredientes realiza verdaderos banquetes de color. Sus últimos cuadros así lo atestiguan.
Esta exposición “ Luz, vida y color” es un canto a la vida a través de la pintura; y un regalo que nos brinda Marisa, con la generosidad que la caracteriza.
Sol Aragón
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