En La Capilla

Espacio Cultural en Arguedas

Memoria de José Enrique Ramírez.

La Caleta. Mis primeros baños. José Enrique Ramírez

AZUL

Dicen, que aquello que vivimos en nuestra infancia, jamás se olvida. Pues aunque las imágenes aparezcan vagamente en nuestra mente, el recuerdo de la experiencia vivida, las sensaciones sentidas, la impronta del acontecimiento, queda grabada para siempre en nuestro inconsciente. En nuestra memoria celular.

José Enrique llevaba una gota de mar en cada célula, y la mar entera en su corazón. Y por más que él se fue tierra adentro, la mar lo siguió. Se fue con él, siempre a su lado.

Es que este amor es azul , como el mar, azul versa la letra de aquella canción; y los cuadros de José Enrique, la corean.

Azul intenso y profundo, en todos sus matices y en cualquier lugar. Qué importa el motivo: un cielo, una mesa, un fondo, una fuente… o la mar en cualquiera de sus panorámicas; lo que importa es ese azul, ese que reverbera en su interior y viene desde la mirada del niño que se escapaba al mar en lugar de ir a la escuela. Ese azul que lo trasladaba a lo más profundo de su memoria.

 

Aquella fuente en el paseo en la que se mojó, aquella pérgola con sombra de buganvillas bajo la que se refugió, “el patio de mi casa” en el que creció, el puerto viejo, el horizonte … motivos para ejercer la pintura desde la memoria. Por más que se apoyase en las fuentes fotográficas para realizar sus cuadros, pintar se trataba de un ejercicio memorístico y un acto de visualización y reencuentro con el recuerdo, un recuerdo feliz.

Y quienes poblaban su memoria era: su Caí querido, su familia y el mar. Por más guiños que hiciese a su lugar de adopción, pues no deja de ser curioso que sus vistas bardeneras sean vistas panorámicas en las que su mar se hace cielo y su mirada vuelo de gaviota. Este gaditano, vivió en el interior, pero jamás dejó de mirar el horizonte desde los bajos de la “Caleta” como en sus primeros baños.

Si algo siempre llamó mi atención en su forma de pintar fue lo mucho que cuidaba los detalles, el tiempo que le dedicaba a los pequeños, y en apariencia, insignificantes detalles; ese grabado de la farola, el azulejo del patio, las baldosas de la fuente… Y lo hacía con deleite miniaturista. Quizás desde un punto de vista meramente pictórico no fuese relevante ni necesario. Entonces, ¿Porqué dedicarles tanto tiempo, esfuerzo y dedicación? Ahora, y viendo el conjunto de esta exposición podemos comprender mejor su hacer en la pintura. Esos detalles importaban y mucho, porque el cuadro no era mas que la excusa para recordar una y otra vez aquello que conocia bien.

Hoy, Jose está presente y con nosotros, através de su pintura.

Sol Aragón.

 

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This entry was posted on April 9, 2014 by in Exposición de Pintura and tagged , , , .